Nos llegó este material divulgativo que se encuentra en la sede del ampa para toda persona que quiere ver, consultar, etc..
El discurso dominante entre los educadoresCuando los docentes se reúnen para hablar de sus responsabilidades y preocupaciones, también de sus ilusiones, el discurso que surge es básicamente crítico y pesimista, alimentando de quejas y reclamaciones.
Los argumentos dominantes reflejan una visión enormemente crítica respecto al contexto social, también político, al igual que sobre el propio sistema escolar. A la vez, todo el discurso de los educadores está teñido de un tono desesperanzado cuando hablan de su propio papel, de la desvalorización que ese rol está viviendo.
Este discurso dominante no impide que aparezcan otros, rotundos aunque minoritarios, que también señalan la posibilidad de cambiar las cosas desde el propio compromiso; la posibilidad de, abandonando la resignación y el pesimismo, empeñarse en modificar un estado de situación, que puede y debe ser modificado.
En el día a día se viven contradicciones no resueltasLos padres y las madres, en el ejercicio cotidiano de su responsabilidad educativa con los hijos, parecen vivir numerosas contradicciones no resueltas. Entre el “debe ser” que marcaría el modelo ideal de educación, y la realidad que viene impuesta por las exigencias sociales del día a día, los progenitores no acaban de encontrar una salida.
Hay que dedicar a los hijos un tiempo, que por otra parte se necesita para uno mismo; hay que propiciar la comunicación con unos hijos a los que, al tiempo, se tiende a aislar detrás de una muralla tecnológica (que también hay que propiciar para que no queden desclasados), y de una plétora de actividades extraescolares; los hijos tendrían que relacionarse y socializarse, cuando el miedo “a la calle” lleva a protegerlos dentro del ámbito estrictamente familiar; los hijos tendrían que incorporar hábitos austeros, cuando es necesario darles todo lo que los demás tienen, y más de lo que sus padres tuvieron.
Ante esta contradicción cotidiana, más allá de la apelación a la responsabilidad de terceros, parece producirse una merma en las aspiraciones: “si no son como me gustaría que fueran, al menos que sean educados, normales y exitosamente integrados”.
Ampa Mediterráneo