Los equipos directivos de nuestros centros educativos deberían tener como función principal ejercer un liderazgo pedagógico en consonancia con los distintos proyectos del centro. En los últimos años hemos asistido a importantes cambios en las tareas propias de la función directiva que han venido marcadas por distintos factores.
En primer lugar por la burocratización y aumento desmesurado de las tareas cotidianas, así como de sus responsabilidades, produciéndose este hecho por un motivo fundamental como es el enorme número de proyectos que se han puesto en marcha desde la Consejería de Educación (Aula Matinal, Escuelas Espacio de Paz, Programa de Gratuidad de libros de texto, Centros TIC...). Se trata de programas a los que difícilmente alguien se podrá oponer pues suponen una indudable mejora de la escuela pública pero que no han llevado aparejada la conveniente dotación de recursos, sobre todo humanos, para el correcto funcionamiento de estos programas sin que todo el esfuerzo que suponen recaiga -de nuevo- sobre las espaldas y la buena voluntad de los equipos directivos de los centros de nuestra provincia.
En segundo lugar hay que sumar el aumento de responsabilidades con que se encuentran y que deberían corresponder a otros profesionales que no existen en los centros. En tercer lugar se añaden los nuevos canales de comunicación y gestión con que se ha dotado a los centros, especialmente el Séneca, con el que los equipos directivos se han encontrado innumerables problemas, un muro a veces infranqueable, ante los que no se ha encontrado solución o ésta ha venido fuera del horario laboral. Se añade el hecho de que se produce en demasiadas ocasiones la ausencia de un interlocutor válido que dé respuestas rápidas ante problemas cotidianos como son la cobertura de sustituciones, bajas o los problemas de horarios.
En contrapartida, podríamos elaborar una larga lista negra de todo aquello que hemos demandado reiteradamente y que no han recibido nuestros equipos directivos, especialmente los de primaria, como son unos apoyos administrativos escasos o inexistentes o una reducción de carga horaria irrisoria.
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